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Des-discapacitando ciudadanos: El caso del mobiliario urbano responsivo
Leave a CommentPor Daniel Muñoz
En el último tiempo, diversos actores (Pedestre, Ciudad Accesible, Plataforma Urbana
entre otros) han ido colaborando en la visibilización de problemáticas que habitan
la acera y los espacios públicos de las ciudades. Estamos hablando de controversias
en el diseño, distribución, materialidad y disposición de artefactos que inciden sobre
nuestra navegación por el territorio urbano. Estos espacios de roce ocultan –o evidencian,
dependiendo de nuestro nivel de atención- distribuciones de poder y expectativas
que muchas veces reproducen patrones de exclusión. Patrones que se tornan
especialmente dañinos en la medida en que no son advertidos por todos, y acaban por ser naturalizados.
Se trata de problemas y carencias que, podríamos decir, son visibles casi solamente para
aquellos que las padecen. Un cruce con un semáforo peatonal demasiado breve como para
ser utilizable por una persona de la tercera edad; una acera con luminosidad demasiado
tenue para alguien con visión reducida; o un paseo que ofrece indicaciones gráficas para
usuarios que pueden ser ciegos. Éstos son algunos ejemplos de problemáticas de las que
muchos de nosotros no somos conscientes en nuestro deambular cotidiano. Así, de modo
inadvertido para muchos, la ciudad se articula en base a discriminaciones y exclusiones
cotidianas que, en última instancia, operan como un desincentivo para su apropiación en el
día a día.
En este contexto, la página Plataforma Urbana publicó el pasado 18 de mayo un artículo
que reseña una iniciativa desarrollada por el estudio Ross Atkin Associates. En términos
generales, el proyecto llamado Responsive Street Furniture entrega una aplicación para
celulares que vuelve al usuario reconocible por el mobiliario urbano circundante, y
provocando que éste se adapte al caminante. Así, transeúntes identificados como de visión
reducida serán detectados por las luminarias en la calle, que intensificarán su brillo mientras
la persona esté cerca. Este mecanismo de detección de proximidad puede gatillar otros
efectos, como desbloqueo de asientos adicionales para adultos mayores, aumento de la
duración de la luz verde en cruces peatonales, señalética auditiva para personas ciegas, y
así sucesivamente.
En definitiva, este proyecto propone el diseño de aceras y paseos adaptativos, que
entregan al usuario experiencias diferentes, dependiendo de sus necesidades particulares.
Según los mismos desarrolladores, que trabajan en conjunto con la diseñadora de mobiliario
Marshalls, pareciera que la materialidad urbana típicamente implica que ésta debe ser
entregada a alguien: los espacios se diseñan en virtud de un “ciudadano promedio” que en
términos reales es poco común. Aunque operemos en base al fundamental principio de una
“ciudad para todos”, la realidad es que muchas veces acabamos pensando espacios
que no acomodan a nadie. O, por el contrario, de manera tristemente habitual,
suponemos que la ciudad es habitada por un “ciudadano tipo” que más veces
de las que quisiéramos acaba pareciéndose al infame modulor de Le Corbusier.
Optamos por olvidar a ciegos, sordos, ancianos, usuarios de sillas de ruedas,
personas de talla baja, mujeres embarazadas, niños, etc., e imaginamos ingenuamente
que conforman una “minoría”, una “excepción”en la ciudad pensada para
“personas normales”. En definitiva, parece ser que diseñar espacios públicos
implica entregar a algunos y perjudicar a otros. En palabras de Bisell (2009: 174),
“the speed of some is premised on the slowness of others”.
El mundo digital, en cambio, y a ojos de los desarrolladores de esta iniciativa, tiene la
capacidad de adaptarse a las necesidades del usuario, en lugar de generar un “punto
intermedio” que sea mejor para todos –y ya intuimos lo peligrosamente maleable que puede
ser la abstracta idea de “todos”-. Los sistemas digitales de sitios web, smartphones y tablets
son diseñados en base al principio de adaptabilidad. En base a este criterio de diseño,
estas interfaces tecnológicas son potencialmente capaces de responder a las necesidades
particulares de cada usuario.
El proyecto Responsive Street Furniture se basa en la aplicación de este principio
tradicionalmente virtual al espacio físico de la calle. Propone un alejamiento de la
incansable búsqueda por diseñar un espacio que sirva para todos, y avanzar hacia formas
en que el espacio cambie en presencia de diversos actores.
Este tipo de casos, que parece abordar problemáticas todavía poco visibilizadas, nos invita
a reflexionar respecto de cómo estamos planificando y diseñando nuestros espacios
urbanos. Es importante decir que no basta con innovar, sino que también debemos hacer
lecturas críticas respecto de qué “inteligencias urbanas” subyacen a iniciativas como ésta.
¿Qué tipo de ciudad intenta construir Responsive Street Furniture? ¿A qué clase de fuerzas
busca hacer frente? ¿Qué nueva distribución de relaciones socio-técnicas y controversias
acarrea la implementación de este principio de espacios adaptativos?
Por lo pronto, vale la pena considerar esta propuesta de ciudad inteligente como una que se
articula con nuevas tecnologías buscando mejorar la calidad de vida en al menos dos
sentidos: provocando espacios inclusivos y generando más oportunidades para la
optimización de recursos. Al menos en su versión prototipo, la iniciativa de Ross Atkin
Associates despliega nuevos ensamblajes entre humanos y tecnologías para dar lugar a
una ciudad que modifica sus atributos dependiendo de quiénes se encuentren en las
inmediaciones. Así, se genera la posibilidad de que distintos servicios (luminarias,
señaléticas, control de tránsito) manejen su propia intensidad de acuerdo a cambios en las
necesidades de los usuarios, que se actualizan en tiempo real. Esto permite, por ejemplo,
que las luminarias en las aceras utilicen su máxima capacidad sólo en determinadas
circunstancias. Este orden “responsivo” nos permite entender la ciudad no tanto como un
espacio rígido que debemos acomodar lo mejor posible a las necesidades de todos, sino
que como una materialidad dúctil y dinámica que tiene todavía insospechadas capacidades
de adaptarse a la individualidad de cada transeúnte.
Estamos entonces, en presencia de un arreglo de actores que torna a estos peatones
“discapacitados” en “capacitados”, porque los conecta con a una ciudad que es sensible a
ellos, a su corporalidad, ritmos y expectativas. Leer desde una clave socio-técnica este tipo
de iniciativas “smart” nos ayuda a comprender que las discapacidades no se depositan en
los individuos mismos, sino que en los desajustes, inadecuaciones y postergaciones de los
que esta numerosa minoría es víctima a diario. No estamos tratando con personas que son
discapacitadas, sino que fueron hechas discapacitadas por un entorno con el que no
pueden acoplarse exitosamente. La búsqueda de nuevas formas de diseñar espacios más
dinámicos y adaptativos puede, al menos en principio, encontrar promisorios hallazgos en
tecnologías como esta.
Los prototipos de Responsive Street Furniture están actualmente en exhibición en el Design
Museum de Londres, hasta el 23 de Agosto de 2015.
Referencias:
Bissell, D. (2009). Conceptualising differently-mobile passengers: Geographies of everyday
encumbrance in the railway station. Social & Cultural Geography, 10(2), 173-195.
Fotografía: Ross Atkin Associates
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Desayuno “De las Smart Cities a la Ciudad Sensible: perspectivas e impactos posibles para el Chile actual”
Leave a CommentReposteado de Centro de Innovación UC
Cuando: 4 de junio del 2015
Horario: 09:00 hrs.
Lugar: Auditorio Centro de Innovación UC Anacleto AngeliniCharla exclusiva para empresas socias del Centro de Innovación UC, correspondiente a la serie de actividades “Desde mi Lab”, en la que investigadores de la Universidad Católica comparten sus experiencias y resultados de trabajo en distintas áreas del conocimiento.
En esta ocasión, Martín Tironi, sociólogo UC y máster en Sociología de la Université Paris-Sorbonne René Descartes, e investigador y profesor de la Escuela de Diseño UC, se referirá a los conceptos de Smart City (Ciudad Inteligente) y Sentient Cities (Ciudades Sensibles) que se han impuesto con fuerza en los discursos y prácticas urbanas, transformándose en un sello cada vez más anhelado por las metrópolis de todo el mundo.
Si bien no existe una definición clara y compartida sobre qué significan estos conceptos, por medio de la aplicación extensiva de nuevas tecnologías de la información y comunicación, las ciudades pueden transformarse en territorios más ‘inteligentes’ y “reflexivos”, mejorando la calidad de vida de sus habitantes y los modos de gestión de los recursos urbanos. Esta presentación busca profundizar en las transformaciones socio-técnicas que suponen estos conceptos hoy en Chile, discutiendo los posibles efectos y controversias que se abren en cuanto a los modos de pensar la ciudad y sus ciudadanos.