¿Y tu hogar se comporta bien? Notas para reflexionar con los sensores, dobles de datos y mapas de la Red Nacional de Monitoreo (ReNaM)
Por Matías Valderrama
Un gran cartel obstruía la entrada de la sala, dejando al lado aberturas de dos metros donde Jed había colocado juntas una foto satélite tomada en las inmediaciones del globo de Guebwiller y la ampliación de un mapa Michelin «Departamentos» de la misma zona. El contraste era extraordinario: la foto satélite sólo mostraba una sopa de verdes más o menos uniformes sembrados de vagas manchas azules, mientras que el mapa desarrollaba una rejilla fascinante de carreteras departamentales, pintorescas, de vistas panorámicas, bosques, lagos y puertos de montaña. Encima de las dos ampliaciones, en letras mayúsculas negras, estaba el título de la exposición: «EL MAPA ES MÁS INTERESANTE QUE EL TERRITORIO».
Michel Houellebecq, El mapa y el territorio.
Grandes mapas se han trazado para cada ciudad. Ya sea en la representación de su ordenado esplendor o de su esplendoroso desorden, los mapas hacen ciudad. De ello se desprende que los dispositivos desplegados para confeccionar esos mapas también hacen ciudad. Ciertos espacios, barrios y experiencias urbanas, por sobre otras, se vuelven más sensibles, visibles e interesantes por medio de ellos. Al respecto, las tecnologías digitales han expandido innegablemente las maneras de mapear la vida social, reconfigurando nuestros modos de imaginar, representar y materializar la ciudad. Con múltiples satélites –y un montón de basura espacial- acompañando al planeta, hemos aumentado la supuesta “fidelidad” para capturar ese territorio esquivo. Las imágenes satelitales son ahora casi omnipresentes en toda representación digital del territorio, por ejemplo, para graficar el avance de algún temible huracán, marcar los restaurantes cercanos con las mejores pizzas, o estimar la cantidad de asistentes a una marcha. La geolocalización ha incrementado la rastreabilidad de los eventos sociales. De ahí que se vuelve relevante interrogarse por las capacidades políticas que activan los múltiples dispositivos digitales y qué tipos de mapas se manufacturan por medio de ellos. Qué registros de localización y capas de información se visibilizan y a la vez qué otras son ocultadas. En definitiva, qué ciudades emergen en los mapas y qué definiciones de lo interesante –o importante- de tales ciudades son promovidas en el proceso.
Dentro de los nuevos modos digitales de hacer inteligible el territorio se inserta el uso de sensores ambientales para discretizar y conocer el espacio urbano. Los sensores de variables como la temperatura o la contaminación atmosférica dejaron de ser instrumentos costosos y gigantes controlados por un puñado de instituciones formales, pasando a introducirse en múltiples dispositivos móviles y de bajo costo. Dentro de este fenómeno, se sitúa la Red Nacional de Monitoreo o ReNaM. Esta es una iniciativa del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) de Chile iniciada en 2014 y calificada como inédita en el mundo. Por medio de la instalación de un conjunto de sensores inteligentes en ya 300 viviendas de diferentes regiones del país, ReNaM busca cuantificar el denominado “comportamiento ambiental” de los hogares en condiciones reales y durante todo su ciclo de vida. Estos sensores permiten conocer las variaciones de ruido, contaminación, temperatura, entre otras, de las viviendas a lo largo del día, permitiendo conocer en términos agregados qué tipos de viviendas y ciudades presentan un “mejor” o más “optimo” comportamiento ambiental para la vida de sus habitantes. Con este nuevo conocimiento de la vida social de las viviendas a lo largo y ancho del territorio, se espera potenciar una toma de decisión guiada por datos en tiempo real en el diseño de nuevas políticas y regulaciones en materia de construcción y desarrollo sustentable.
El caso de ReNaM abre importantes interrogantes que deben comenzar a ser atendidas: ¿Qué modos de vigilancia y gobierno a distancia se posibilitan con la instalación de estos sensores? ¿Qué políticas se inscriben en el diseño y desarrollo de esta red? ¿Qué expectativas y formas de cálculo se generan en el procesamiento de sus datos? ¿Qué modificaciones provoca la introducción de estos artefactos en el hogar en las prácticas y hábitos de sus habitantes? Hemos seguido el caso desde hace ya más de un año y han aparecido interesantes hallazgos respecto a las diferentes visiones de cómo imaginar y materializar ReNaM, desde los encargados del proyecto hasta los usuarios y sus experiencias mundanas con los sensores y datos. En este breve artículo quiero revisar brevemente los dispositivos y mapas que se construyen con ellos. Argumentaré que la cuantificación digital de ambientes de las casas chilenas abre múltiples dobles de datos de las casas y sus ciudades que complejizan la definición de una singular casa o ciudad.
El principal dispositivo empleado por ReNaM es la Estación Meteorológica Inteligente de la empresa francesa Netatmo, adquirida hace algunos años por la empresa italiana Bticino Legrand. Netatmo diseña y desarrolla diferentes dispositivos electrónicos interconectados para generar hogares más inteligentes, esto sería, más seguros, saludables y confortables. En particular, la Estación Meteorológica Inteligente consta de dos módulos de aluminio anodizado, uno para el interior y el otro para el exterior de la casa. Pueden medir la temperatura, humedad, calidad del aire, ruido y la presión barométrica. Gracias a los sensores incorporados en ambos módulos, la Estación cuantifica y registra en una frecuencia de cinco minutos las cualidades de las atmosferas del interior y exterior del hogar, transmitiendo los datos recopilado a través de la señal de Wifi del hogar. La Estación Meteorológica Inteligente Netatmo, sería caracterizada como un dispositivo altamente orientado al usuario humano, con diferentes funciones interactivas para generar entornos más saludables y eficientes. Debido a su bajo precio, estar “hecho para uso doméstico”, su capacidad para medir varias variables ambientales a la vez y transmitir los datos de manera remota, convertían a este dispositivo como “la tecnología ideal” para ReNaM según varios entrevistados ligados al proyecto. Pero junto con estas justificaciones, el dispositivo se hacía “ideal” para esta cartografía estatal porque resultaría ser de baja invasión de los hogares. Cómo pudimos constatar en nuestras visitas a usuarios de la Región Metropolitana y de Valparaíso, el dispositivo es de «bajo perfil» o pasa “piola”, transmite datos de manera silenciosa detrás de cuadros, fotografías o recuerdos familiares. Siguiendo los estudios de Foucault sobre la gubernamentalidad, gracias a estos sensores se comienza a hacer inteligible y medible el “comportamiento” o “conducta” de la vivienda que previo al proyecto no existía -sea cual sea lo que incluya ese rendimiento, desde ruidos de niños, ladridos de perros, desconexiones para hacer el aseo, etc. Junto con ello, los sensores se van fundiendo y mimetizando con cada hogar, abriendo instancias para conducir tal conducta, ya sea modificando las políticas del Estado, así como también las prácticas de sus habitantes.
Pero al desplegar este mismo dispositivo por las diferentes viviendas del territorio, se irían duplicando sus registros para diferentes mapas de libre acceso en internet. Por un lado, tenemos el WeatherMap de NetAtmo, que sería la red de estaciones meteorológicas más grande del mundo según NetAtmo. Por otro lado, tenemos el mapa de ReNaM en su sección “Reportes”. El mapa de NetAtmo funciona en base a Mapbox y Open Street Map, proyecto colaborativo para crear mapas editables y libres con licencia abierta. Mientras que el de ReNaM aparece basado en Google Maps, servidor de aplicaciones de mapas online de carácter comercial que pertenece a Alphabet Inc. Esto ya nos habla de los enredos político-económicos involucrados en como representar digitalmente la red de sensores. Al igual que las guías de viajes Michelin de Houellebecq, lo “interesante” de estos mapas no sería el territorio propiamente tal, sino los llamativos marcadores que indican el rendimiento de cada sensor geolocalizado. Mientras que los marcadores del mapa de ReNaM presentan un único verde claro y sólo se diferencian respecto a si la estación corresponde a una casa o un departamento, en el WeatherMap aparecen marcadores de diferentes colores que corresponden a la colorida barra de temperatura de manera estándar para todo el globo.
Centrándome en la ciudad de Santiago, lo primero que me llamó la atención al comparar ambos mapas fue la distribución socio-económica de las estaciones meteorológicas de NetAtmo, concentradas en el sector nororiente de la capital. La Estación Meteorológica es un dispositivo comprable por Amazon de forma individual a un costo bajo en comparación a otros dispositivos más sofisticados, pero claramente no sería ni de cerca una prioridad o anhelo para familias de menores recursos, por lo que es sensato esperar que los usuarios “oficiales” se concentren en los barrios más acomodados de la capital que tienen el dinero como para gastar en un gadget como este. Ahora bien, el WeatherMap dista mucho de lo que aparece en la web de ReNaM en donde se observan muchos más monitores y más distribuidos por la ciudad, aun cuando había algunos que ya no recopilaban datos pero que seguían marcados en el mapa.
Buscando en los mapas las casas que hemos visitado para conocer las experiencias de sus usuarios, se pueden encontrar diferencias de 1 o 2 grados en la temperatura que presentan entre la plataforma ReNaM y el WeatherMap. Asimismo, se encuentran diferencias temporales según la actualización de cada medición. Por ejemplo, comparando un mismo monitor, en el WeatherMap se muestran datos de hace “menos de un minuto”, mientras que en el mapa de ReNaM es más variable presentando un registro de hace 12 minutos. Algunas casas en el WeatherMap no aparecían, mientras que en ReNaM eran visibles, pero sin datos. Por ejemplo, una casa en Maipú no aparecía en WeatherMap, pero al apretar la opción “Sin filtrar” apareció. Esto nos indica que estos “dobles de datos” presentan diferencias -quizás mínimas- pero relevantes de notar a la hora de justificar la “fidelidad” o “utilidad” de todo el mapa.
Siendo sensible a estas diferencias, aparece un problema preocupante. Mientras que en el mapa de ReNaM los marcadores de cada sensor aparecen dentro de un amplio radio para evitar la localización de la casa, en el WeatherMap aparece el marcador en la ubicación exacta del monitor y su respectiva vivienda. De esta manera, nos encontramos con dispares modos de tratar la geolocalización de las casas y la privacidad de sus datos, haciéndose posible para cualquier persona mirar las temperaturas y ruido de las casas en la WeatherMap. Esta información puede servir para fines perniciosos o incluso para actos delictivos (como varios actores entrevistados señalaban, puede ser posible identificar cuándo no hay nadie en la vivienda monitoreando los registros del sensor). ¿Qué sentido tiene, entonces, resguardar la ubicación de dispositivos en el mapa de ReNaM si el propietario (de Francia) de tales dispositivos no lo hace? ¿Cuál es la utilidad para NetAtmo hacer público tal ubicación? ¿Apuntar a ser una plataforma de datos abiertos cool? Esto nos habla de los desajustes que se generan en la adopción de ciertas innovaciones digitales foráneas con configuraciones y formatos que limitan o contradicen el espíritu de la política. Uno podría contraargumentar que ReNaM no se puede meter con la decisión libre e individual de los usuarios en hacer pública la información de sus monitores en el WeatherMap pero eso cae en un enfoque neoliberal en que la privacidad es responsabilidad del individuo. En este sentido no solo es importante las implicancias éticas del tratamiento de los datos en términos de privacidad para las personas sino también de las relaciones político económicas entre gobiernos y empresas privadas y cómo sitúan a los usuarios como productores pasivos de datos.
Todas estas diferencias entre los dos mapas de ReNaM y NetAtmo, en términos de las relaciones Norte-Sur de su propiedad, los enredos comerciales entre plataformas (Mapbox o Google Maps), la distribución espacial (sobre e infra visibilización de ciertos barrios) y temporal o en cómo representan el “comportamiento ambiental” de las viviendas o protegen la privacidad de sus habitantes, obligan a problematizar y abrir nuevas interrogantes sobre los múltiples dobles de datos y mapas que se producen al sensorificar nuestras casas y ciudades. ¿Cómo definir el valor de cada doble de dato? ¿Qué mapa sería más interesante, fiel o útil para los fines de proyectos de este tipo? ¿Cómo entender la idea de una tecnología “ideal” para un proyecto de cuantificación digital de algo tan privado y cotidiano como tu hogar? ¿Qué se incluye y excluye dentro de esa conducta ambiental de la vivienda? ¿De qué otras maneras se podría hacer inteligible la vida doméstica que posibiliten modos de participación activa de las personas, antes que intentar la menor invasión e interacción con ellas? Se vuelve relevante abordar estas y otras inquietudes, que requieren la inclusión de otras voces, experticias y sensibilidades a la hora de desplegar una red de sensores por el territorio.