Reflexiones en torno al Workshop “Cuidado y Mantención del Mundo Socio-Material”


Por Matías Valderrama

A principios de noviembre de 2016 en el marco del Fondecyt se invitó al destacado académico Fernando Domínguez Rubio quien en el último tiempo ha venido desarrollando importantes investigaciones dentro de los Science and Technology Studies (STS) así como en los estudios sobre infraestructuras urbanas y digitales. A partir de sus etnografías en el tras bambalinas de importantes museos de arte en el mundo, observando el trabajo de los conservadores de los objetos de arte, Fernando ha hecho hincapié en una comprensión procesual y ecológica de las cosas. Siempre las cosas están sujetas al paso del tiempo y ante ello se realizan diferentes dinámicas y trabajos para mantener, sostener, cuidar o reparar esas cosas, para que continúen siendo los objetos que queremos o creemos que son. Gracias a estos trabajos invisibles es que se logra la perdurabilidad del mundo.  No habría mundo habitable sin objetos que persistan, sin una permanente conservación de sus propiedades históricas, materiales y simbólicas. Sin embargo, esta conservación es siempre parcial, frágil y momentánea. Esta diferencia entre las posiciones fugaces y el inexorable paso del tiempo es que Fernando lo elabora conceptual como la discrepancia entre las cosas y los objetos, respectivamente. Y si bien Fernando las aborda desde sus experiencias en el mundo del arte, da para reflexionar en otros ámbitos. Por ejemplo, a propósito de los proyectos de Smart Cities y su fuerte dependencia en las tecnologías digitales, estas comúnmente se asumen como cuestiones atemporales. Los contenidos en Internet se cree que perduran a tal punto que se vuelve necesario una figura como la del “derecho del olvido”. Cuando en verdad las tecnologías digitales y en términos más amplios los objetos digitales, serían las cosas más frágiles y volátiles para Fernando, pues requieren de constantes cuidados y mantenciones como migraciones de formato (tanto a nivel de Hardware y Software) para que sigan funcionando. Ciertas cosas, contenidos, memes y sitios web, infraestructuras digitales serían mantenidas mientras que otras, la gran mayoría, va quedando absoluta de manera programada.

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En el marco de la venida de Fernando, organizamos el taller «Cuidado y Mantención del Mundo Socio-Material» en el que congregamos a diferentes académicos chilenos de diferentes disciplinas: Tomás Ariztía, Hugo Palmarola, Claudio Ramos, Pablo Hermansen, Marjorie Murray, Alejandra Celedon, Matías Valderrama, Carla Alvial; para discutir junto con Fernando Domínguez Rubio sobre las prácticas de cuidado y mantención que cada investigador se ha encontrado en sus áreas de estudio. En la discusión se combinaron temas muy variados en torno a diferentes “objetos” como la pobreza, insignias y logotipos de la NASA, categorías, estufas hechizas, entre otros. En todos ellos, los diferentes investigadores nos mostraron las prácticas de cuidado que involucraban y se generó un enriquecedor espacio de reflexión.

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Luego, el mismo jueves se realizó el Workshop «Despliegue político desde la Banalidad: Especulación y Prototipado de las capacidades políticas del diseño». Este taller estuvo orientado a estudiantes de diseño de la escuela y buscaba abrir las potencialidades políticas del diseño al ponerlo en práctica con cosas mundanas de la vida cotidiana. Con una interesante presentación de Fernando sobre cómo el diseño impacta o no en los hábitos de las personas, y cómo resignificarlo como una manera de provocar más preguntas que “soluciones”, se buscó potenciar un nuevo tipo de “inteligencia ciudadana”. Una que no sea dependiente de objetos digitales complejos y cerrados, sino bajo diferentes modos de experimentación, prototipados y rediseños de objetos ordinarios, que se desplieguen especulativamente en usos y formas diferentes a las acostumbradas.

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Los estudiantes tuvieron que creativamente idear nuevos usos y sentidos a cosas tan mundanas como un paquete de tallarines o papel higenico y a través de ellos desplegar una serie de convicciones y críticas. La actividad no solo fue un interesante espacio para re-diseñar sino también para precisamente hacernos pensar en cómo se configuran actualmente estas cosas como ciertos objetos y no otros. Asimismo, algo recurrente fue el abrir la conversación en torno a una serie de historias y vivencias personales a través de estos objetos. Nuevamente la disociación entre la temporalidad de las cosas aparece y se conecta con nuestra propia historia como individuos.

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Luego de las interesantes conversaciones que surgieron en ambas instancias, la principal conclusión ha sido volver a relevar la temporalidad de las cosas -y especialmente las digitales. No sólo por un cierto romanticismo con ese paso del tiempo, sino también para iluminar aspectos que han sido comúnmente relegados a segundo plano en los discursos de las Smart Cities. La materialización de estos proyectos tecnológicos también depende necesariamente de procesos de mantención y reparación cotidianos que nos invita a estudiar una serie de actores y prácticas invisibles e inclusive ecologías. Relevar el rol de quienes se encargan de conservar y mantener funcionando los sensores, dispositivos o datos dentro de una ciudad inteligente es un aspecto clave y que muchas veces no se considera al celebrar exclusivamente la innovación. En este sentido, el diseño adquiere una prominencia política, en cuanto que puede desplegar novedosas formas de hacer y apropiarse de la pretendida ciudad inteligente.

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