Sensores sociales


Por Tomás Marín

El Centro de Innovación en Tecnologías de la Información para Aplicaciones Sociales (Citiaps), vinculado a la Universidad de Santiago de Chile, se identifica como un espacio de trabajo interdisciplinario en el cual se busca la “creación de productos y aplicaciones innovadoras, que- además- repercutirán en la sociedad, mejorando la calidad de vida de las personas en Chile y el extranjero” (CITIAPS, 2014)

Dentro de este contexto, en CITIAPS “se han interesado por conocer en tiempo real los intereses y necesidades de los ciudadanos”  (Mercurio, 2015) para poder asistir los temas de bienestar social a través del uso de las nuevas tecnologías, constituyendo así una de las muchas iniciativas que están innovando hacia un paradigma “smart”.
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Con este objetivo en mente, se han propuesto utilizar “tecnologías de la información orientadas a construir lo que se conoce como «sensores sociales», los cuales permiten interpretar en tiempo real lo que sienten las personas y realizar análisis estadísticos o representaciones gráficas de dichas predicciones” (Mercurio, 2015)

Esto se está llevando a cabo a través del “observatorio de seguridad ciudadana”, proyecto que tiene como objetivo “desarrollar una aplicación que, partiendo de información pública obtenida en redes sociales tales como Twitter, proporcione indicadores relativos a problemas de seguridad percibidos por los propios ciudadanos” (CITIAPS, 2014)

Esta iniciativa pretende analizar la información proveniente de las personas para comprender el tema de la seguridad en la ciudad, siguiendo la idea de que “Solving urban problems now requires taking into account the cultural, environmental, legal, or societal reality surrounding a specific place, in which the subjective experience and opinions of citizens are becoming as important as the physical manifestation of buildings and public services in the urban landscape” (Vande Moere & Hill, 2012, pág. 26)

El uso de twitter por lo tanto se constituye como una base de datos para integrar las subjetividades en los análisis sociales y eventualmente en los procesos de planificación. Puede ser bastante desconocido para muchos aún, pero no es para nada nuevo y está tomando cada vez más fuerza dentro de los estudios sociales, tanto en el ámbito público como el privado. Y es que Twitter corresponde a un medio de información digital muy dinámico y utilizado ampliamente por gran parte de la población (principalmente en países más industrializados) que permite tener acceso libre a una gran cantidad de opiniones y percepciones de las personas. Además, la ventaja de esto es que vienen cargados con muchos datos complementarios que permiten hacer análisis sociales de gran envergadura, tales como la ubicación y la hora exacta en que son publicados, las personas que siguen, etc…

Existen varias aplicaciones similares que, al igual que Twitter, poseen información de libre acceso, tales como Instagram, Picassa, Youtube y Flickr. Gran parte de los datos recolectados por estos programas están disponibles para ser utilizados por aquellos que posean las capacidades de manipularlos. Esto se lleva a cabo generalmente a través de API´s (application program interface), que básicamente definen de qué manera los componentes de un software  deben interactuar con otros programas. De esta manera, las API´s permiten utilizar información de Twitter (por ejemplo) para integrarla en otro software que cumpla con las necesidades del programador. Para el caso de CITIAPS, esto serviría para llevar a cabo análisis sociales, pero puede ser utilizado de muchas maneras distintas.

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Un buen ejemplo de estas posibilidades que otorgan las API´s proviene de la Universidad de California (UCLA) a través de Digital Humanities, que desarrolló una aplicación web gratuita llamada Maptwitter que permite observar en tiempo real los twitteos que se hayan publicado en cualquier lugar del mundo. Estos se pueden clasificar por palabras claves, hashtags y por ubicación.

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Estas iniciativas permiten sintetizar y representar datos automáticamente, lo cual hace posible tomar mejores decisiones de manera fácil y rápida, sustentadas en una mayor cantidad de información. Por eso estas herramientas están adquiriendo tanta relevancia en el desarrollo de las ciudades, pues permiten que cualquiera pueda manejar una gran cantidad de datos para luego actuar en función de ellos. Es decir, expanden los beneficios del “poder de la información”.

Este poder que viene con la circulación de la información es un aspecto fundamental de las “Smart Cities”, concepto que muchas veces en sus propuestas establece que “computational technologies are meant to synchronize urban processes and infrastructures to improve resource efficiency, distribution of services, and urban participation” (Gabrys, 2014) por medio de la manipulación de datos y los flujos de información. A pesar de que “Smart-city” es un concepto móvil que se caracteriza por estar “in the process of becoming” y por lo tanto difícil de definir, algo que siempre se mantiene en el centro del concepto es esta circulación de información que es facilitada por las tecnologías, pues corresponde a la fuente de poder que permitiría llevar a cabo los diversos intereses de la sociedad. Pero el tema en el fondo es: ¿a qué intereses responde realmente? ¿Quién tiene acceso a ella, cómo se representa y para qué se utiliza esa información?

Otro caso que permite observar de qué manera se puede utilizar la información es el de Geofeedia, que es algo similar a Maptwitter pero mucho más avanzado y costoso. Permite obtener información de muchos medios sociales y otorga datos procesados y clasificados respecto a lo que uno estime necesario, estableciendo que “Our location-based social media monitoring platform helps hundreds of organizations join the social conversation in real-time at locations of interest around the world”. Esto permite a las empresas, organizaciones o instituciones el monitoreo de las personas a través de las redes sociales, utilizando información de libre acceso pero cobrando por el servicio de procesarlas (porque no mucha gente sabe cómo hacerlo!)

https://www.youtube.com/watch?v=pjZU8KRoezo

Y finalmente, otro caso más extremo es el de los medios de vigilancia masiva a nivel global que, como expuso Ciper, ya llegaron a Chile a través de “La PDI (que) pagó US$ 2,85 millones por Phantom, un sistema de vigilancia masiva con capacidad de acceder a toda la información de celulares y computadores… El sistema funciona a través de un troyano, que es un software computacional “maligno” que permite realizar una serie de acciones dentro de un dispositivo (como un celular o un computador) sin la autorización del usuario o su conocimiento. De esta manera, pueden romper, desde dentro del dispositivo, cualquier tipo de encriptación, permitiendo así el monitoreo de todo lo que el usuario hace, escribe, fotografía, así como sus contactos, claves secretas e incluso tomar control de la cámara y GPS.” (Partarrieu & Jara , 2015)

Esto demuestra que la lógica que subyace a estos programas es básicamente el mismo, pero que la manera en que lo operacionalizan es completamente distinta. No es la tecnología en sí la que es buena o mala, sino la manera en que se utiliza y significa. Las tecnologías no son neutras, y pueden amplificar, traducir y movilizar concepciones sobre el espacio, las personas y las entidades que nos rodean.  La tecnología es una herramienta, al igual que el concepto de la “Smart City”, en el sentido de que son utilizables y, por consiguiente, también manipulables.  De esta manera, los modos de hacerlos funcionar y apropiárselos pueden determinar la forma en que se relacionan las personas con el mundo.  Así, el cómo se utiliza el concepto de “urbanismo smart”, viene directamente asociado a cómo se utilizan y significan las tecnologías en la composición de nuestros espacios. Es, por lo tanto, un concepto móvil que se adapta según las necesidades de quienes lo utilicen.

Entendiendo las implicancias de los mecanismos que subyacen al proceso de tecnificación masiva que se está insertando en la cotidianidad de las personas, vale la pena preguntarse: ¿Hasta qué punto estaremos dispuestos a convivir con estas tecnologías para ser más “Smart”, y que espacios le otorgaremos al error y la deambulación inutil en nuestras prácticas urbanas? Si nunca antes en la historia la humanidad había generando tantos datos, la pregunta que debemos hacernos es ¿a dónde irá a parar toda esa información y quiénes serán los más beneficiados?