Tratando de que los ciegos vean: El caso del bastón XploR


Por Daniel Muñoz

Un grupo de estudios de la Birmingham City University ha desarrollado un interesante prototipo de bastón para personas no videntes, llamado XploR. Esta nueva tecnología integra al tradicional bastón blanco una función de reconocimiento facial, que sería capaz de detectar personas conocidas por el dueño del dispositivo, a una distancia de 10 metros. Los rostros de esta lista de contactos serían almacenados en una tarjeta SD, que los compara constantemente con los transeúntes con los que se comparte el espacio. Cuando el dispositivo detecta a alguien conocido, alerta a su usuario mediante vibración y un aparato auditivo adjunto. ¿Qué implicancias podría tener un prototipo tecnológico como éste para la relación entre la persona y el entorno urbano?

Fuente: http://www.dailymail.co.uk/

La condición de ceguera, resulta razonable argumentarlo así, es una experiencia corporal. No se trata sólo de la ausencia de un sentido que muchos de nosotros consideramos fundamental, sino que acarrea implicancias con respecto a nuestra relación con la espacialidad, el movimiento, la orientación y la comunicación con otros humanos con los que compartimos el espacio. En el contexto de la vida urbana, caracterizada por ser densa y diversa, el bastón permite a la persona no vidente no sólo escanear el terreno que recorre, sino que presenta a su usuario ante el resto de las personas como un sujeto particular, opera como un distintivo que lo indica como persona ciega.

Asimismo, por simple que parezca su uso, aprender a leer el mundo a través del tacto constituye una tarea compleja, equivalente a aprender a caminar o tocar un instrumento musical. El cuerpo y el objeto desarrollan conjuntamente, en una asociación híbrida entre lo social y lo tecnológico, la capacidad de tantear el espacio y navegarlo. En este sentido, las sucesivas modificaciones que puedan incorporarse al objeto bastón implican también modificaciones que el usuario debe aplicar sobre sí mismo.

En términos de diseño, entonces, la pregunta es ¿estamos provocando cambios focalizados en las necesidades más apremiantes de la persona no vidente? En el programa radial de la CBC Spark, conducido por la periodista Nora Young, se entrevistó a Ryan Knighton, autor focalizado sobre la experiencia de la ceguera, y se le preguntó por su opinión respecto del proyecto. Pueden escuchar la entrevista aquí.

Vale la pena concentrarse sobre uno de los elementos que menciona Knighton durante la entrevista. Desde el análisis del autor, el bastón no simplifica la tarea de la navegación espacial sino que la complejiza, entregando ahora al usuario la misión de navegar socialmente también. Esto no resulta necesariamente indeseable, pero vale la pena preguntarse por los criterios con los que se diseñan soluciones a problemas de la vida diaria. Parece ser que la idea que inspira al proyecto XploR no se focaliza sobre los problemas de movilidad cotidiana de personas no videntes, sino más bien en la entrega de un mundo al que las personas que pueden ver tienen acceso. En definitiva, esta nueva tecnología busca hacer que la experiencia transeúnte de personas ciegas o con visión reducida se parezca lo más posible a la de individuos que pueden ver.

“Enriquecer la experiencia” de la persona no vidente no tiene por qué consistir necesariamente en la adición de “habilidades perdidas”, que eventualmente contribuye a reproducir un discurso patologizante de esta forma de habitar corporalmente el espacio. Es posible y deseable continuar innovando también sobre los elementos que caracterizan la experiencia espacial sin visión, sacando partido a los modos que las personas no videntes han desarrollado para orientarse, posicionarse y moverse como transeúntes.

Puede decirse que tras este prototipo tecnológico subyace el supuesto de que a las personas no videntes debe devolvérseles algo que han perdido, como si se tratase de sujetos incompletos. Si bien todavía resta ver cómo el bastón XploR puede enriquecer la experiencia de navegación social y espacial de sus usuarios, es claro que permanece la tarea pendiente de buscar un enriquecimiento de la experiencia urbana “a ciegas”, más que sólo su negación.